TEATRO EN LA ESCUELA VIRTUAL
Bajo el lema “Ningún viento es favorable para el que no sabe dónde va.” la docente Andrea Urrutia del Instituto San Martin nos comparte su propuesta didáctica: Es posible afianzar las habilidades comunicativas, estimular el potencial de la imaginación y la construcción de un pensamiento crítico y reflexivo en los niños.
¡Claro que sí!, pero los docentes estábamos acostumbrados a manejarnos en el aula con un pizarrón y unas tizas, carteles, etc. ¿Cómo implementar nuevas estrategias para brindar continuidad educativa en un escenario como el que atravesamos?
Despertar nuevamente el gusto e interés de los niños hacia las clases virtuales es todo un desafío, ya que, experimentaron en forma reciente una presencialidad cargada de encuentros, emociones, espacios que obviamente son inigualables en el proceso de enseñanza- aprendizaje. Cautivar la mirada de ese niño que espera ansioso del otro lado de una pantalla o abúlico (sin motivación alguna) es una tarea que nos mueve a cambiar e incorporar nuevas estrategias y objetivos diarios. Transcender y animarse a algo diferente conlleva romper barreras, prejuicios y moldes tradicionales.
Un día pensé invitar a mis alumnos de 5to y 6to grado del Instituto “San Martín” a desayunar virtualmente porque nuestras clases comenzaban a las 8:00 hs., pero esto carecía de sustento para unirlo con las actividades que teníamos que desarrollar. Solicité permiso, y los directivos de la escuela accedieron, para disfrazarme como una suplente de Lengua y Ciencias Sociales. Observar a su señorita en dos roles diferentes (Seño Rosita y el Profesor de Historia y Geografía: Roberto Pestañas) al de todos los días da risa, la risa libera la enorme tensión acumulada y los transforma en protagonistas porque, en el teatro, “saber hacer el fuego los convierte por un tiempo en dioses”. Llegamos así a la catarsis y, a un reconocimiento de un nuevo estado de cosas. Enseñar y aprender en ese instante parecía más fácil. Muy lejos quedaron mis miedos a que la clase se desorganice en los primeros minutos de la experiencia vivida. Ellos, concentrados, trabajaron y se divirtieron muchísimo. Esto también unió a los padres y algunos hermanos a participar en la clase, sin intervenir directamente. La risa fue el mejor condimento para los temas de historia y geografía que estaban dando. En un clima de total respeto descubrieron que la mente es como un paracaídas: sólo funciona si se abre.
En el libro “Pedagogía de la autonomía” de Paulo Freire dice el autor que “no hay docencia sin discencia”. Enseñar exige riesgo, asunción de lo nuevo. Enseñar exige reflexión crítica sobre la práctica. Enseñar exige alegría y esperanza. Enseñar exige la corporificación de las palabras en el ejemplo. Enseñar exige reconocer que la educación es una forma de intervención en el mundo. Los docentes estamos capacitados para crear posibilidades que inviten al alumno a producir o construir, nuestra tarea no se limita a transferir conocimientos.
La dramatización se convierte en un beneficioso recurso didáctico y una estrategia pedagógica motivadora. Vertebradora de diversas actividades de aprendizaje, y como actividad artística, una de las más completas para el desarrollo personal del alumno por las experiencias vitales que puede proporcionar junto a sus compañeros.
Se bajará el telón tras la representación, la clase de Meet finalizará y ese momento virtual compartido, supondrá una de las mejores caricias para el alma que no van a olvidar nunca.
ANDREA URRUTIA
Instituto San Martín
Goya (Ctes.)